viernes, 26 de marzo de 2010

Teseo y el Minotauro

Teseo y el Minotauro
Hace miles de años, la isla de Creta era gobernada por un famoso rey llamado Minos. Eran tiempos de prosperidad y riqueza. El poder del soberano se extendía sobre muchas islas del mar Egeo y los demás pueblos sentían un gran respeto por los cretenses.
Minos llevaba ya muchos años en el gobierno cuando recibió la terrible noticia de la muerte de su hijo. Había sido asesinado en
HYPERLINK "http://www.luventicus.org/articulos/03A015/atenas.html"
Atenas
. Su ira no se hizo esperar. Reunió al ejército y declaró la guerra contra los atenienses.
Atenas, en aquel tiempo, era aún una ciudad pequeña y no pudo hacer frente al ejército de Minos. Por eso envió a sus embajadores a convenir la paz con el rey cretense. Minos los recibió y les dijo que aceptaba no destruir Atenas pero que ellos debían cumplir con una condición: enviar a catorce jóvenes, siete varones y siete mujeres, a la isla de Creta, para ser arrojados al Minotauro.
En el palacio de Minos había un inmenso laberinto, con cientos de salas, pasillos y galerías. Era tan grande que si alguien entraba en él jamás encontraba la salida. Dentro del laberinto vivía el Minotauro, monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre. Cada luna nueva, los cretenses debían internar a un hombre en el laberinto para que el monstruo lo devorara. Si no lo hacían, salía fuera y llenaba la isla de muerte y dolor.
Cuando se enteraron de la condición que ponía Minos, los atenienses se estremecieron. No tenían alternativa. Si se rehusaban, los cretenses destruirían la ciudad y muchos morirían. Mientras todos se lamentaban, el hijo del rey, el valiente Teseo, dio un paso adelante y se ofreció para ser uno de los jóvenes que viajarían a Creta.
El barco que llevaba a los jóvenes atenienses tenía velas negras en señal de luto por el destino oscuro que le esperaba a sus tripulantes. Teseo acordó con su padre, el rey Egeo de Atenas, que, si lograba vencer al Minotauro, izaría velas blancas. De este modo el rey sabría qué suerte había corrido su hijo.
En Creta, los jóvenes estaban alojados en una casa a la espera del día en que el primero de ellos fuera arrojado al Minotauro. Durante esos días, Teseo conoció a Ariadna, la hija mayor de Minos. Ariadna se enamoró de él y decidió ayudarlo a Matar al monstruo y salir del laberinto. Por eso le dio una espada mágica y un ovillo de hilo que debía atar a la entrada y desenrollar por el camino para encontrar luego la salida.
Ariadna le pidió a Teseo que le prometiera que, si lograba matar al Minotauro, la llevaría luego con él a Atenas, ya que el rey jamás le perdonaría haberlo ayudado.
Llegó el día en que el primer ateniense debía ser entregado al Minotauro. Teseo pidió ser él quien marchara hacia el laberinto. Una vez allí, ató una de las puntas del ovillo a una piedra y comenzó a adentrarse lentamente por los pasillos y las galerías. A cada paso aumentaba la oscuridad. El silencio era total hasta que, de pronto, comenzó a escuchar a lo lejos unos resoplidos como de toro. El ruido era cada vez mayor.
Por un momento Teseo sintió deseos de escapar. Pero se sobrepuso al miedo e ingresó a una gran sala. Allí estaba el Minotauro. Era tan terrible y aterrador como jamás lo había imaginado. Sus mugidos llenos de ira eran ensordecedores. Cuando el monstruo se abalanzó sobre Teseo, éste pudo clavarle la espada. El Minotauro se desplomó en el suelo. Teseo lo había vencido.
Cuando Teseo logró reponerse, tomó el ovillo y se dirigió hacia la entrada. Allí lo esperaba Ariadna, quien lo recibió con un abrazo. Al enterarse de la muerte del Minotauro, el rey Minos permitió a los jóvenes atenienses volver a su patria. Antes de que zarparan, Teseo introdujo en secreto a Ariadna en el barco, para cumplir su promesa. A ella se agregó su hermana Fedra, que no quería separarse de su hermana.
El viaje de regreso fue complicado. Una tormenta los arrojó a una isla. En ella se extravió Ariadna y, a pesar de todos los esfuerzos, no pudieron encontrarla. Los atenienses, junto a Fedra, continuaron viaje hacia su ciudad. Cuando Ariadna, que estaba desmayada, se repuso, corrió hacia la costa y gritó con todas sus fuerzas, pero el barco ya estaba muy lejos.
Teseo, contrariado y triste por lo ocurrido con Ariadna, olvidó izar las velas blancas. El rey Egeo iba todos los días a la orilla del mar a ver si ya regresaba la nave. Cuando vio las velas negras pensó que su hijo había muerto. De la tristeza no quiso ya seguir viviendo y se arrojó desde una altura al mar. Teseo fue recibido en Atenas como un héroe. Los atenienses lo proclamaron rey de Atenas y Teseo tomó como esposa a Fedra.




¿Los podrás poner en orden? ADELANTE...
1.
Hace mucho tiempo, en Grecia, vivían grandes héroes. Fabulosas leyendas narran su historia. Aquí tienes la de Teseo.





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El rey Egeo ama a una joven que vive lejos de la corte y que espera un hijo suyo. Antes de partir, el rey clava su espada en una pesada piedra y le dice:
“Si nuestro hijo es un muchacho, lo reconoceré gracias a esta espada”.





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Meses más tarde, la mujer dio a luz a Teseo. Al cumplir dieciséis años, ella le repite las palabras del rey. Teseo, que es muy fuerte, levanta la roca, arranca la espada y va en busca de su padre. En el camino lucha contra los bandidos.





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Cuando Teseo llega a la corte del rey, su padre, todo el mundo conoce sus hazañas. El rey ve la espada y reconoce a su hijo.
Por la noche tiene lugar un gran banquete en honor de Teseo. Pero su padre está triste, porque se avecina una desgracia. Su vecino el rey de Creta tiene en su corte a un horrible monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro: el Minotauro.


__.
Todos los años deben ofrecerse siete muchachas y siete muchachos griegos para que sirvan de alimento al Minotauro, encerrado en un sombrío laberinto del que nadie puede salir. La próxima ofrenda está en marcha.




__.
Teseo es un hombre valiente. Ama con ternura a su padre y decide ayudarlo, yendo a matar a ese horrible monstruo.
Toma el lugar de uno de los jóvenes y sube al barco que zarpa hacia Creta. Al llegar a la isla, Teseo se encuentra con Ariadna, la hija del rey de Creta. Ariadna se enamora inmediatamente de él.



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Esa noche ella le da una madeja de hilo y le dice: “Mañana , en el laberinto, ata el extremo del hilo a una columna junto a la puerta y desenrolla la madeja mientras avanzas. Así encontrarás la salida”.
Los jóvenes están aterrorizados. Pero Teseo sigue los consejos de Ariadna y se interna en el laberinto. De pronto, el Minotauro aparece ante él.



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Teseo desenvaina la espada mágica rápidamente y se la clava al monstruo en el corazón. Para salir del laberinto, Teseo se orienta siguiendo el hilo que ha dejado a lo largo del camino.
Junto a sus compañeros se reencuentra con Ariadna que los espera fuera. Se celebra una fiesta. Todos se abrazan riendo. Suben al barco y vuelven a Grecia.

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